Esta mañana se han ido los canadienses. Y yo he madrugado con la intención de hacer demasiadas cosas. No he hecho nada. Ni lavar la ropa, ni ir al restaurante a desayunar, ni estudiar todo lo que quería estudiar, ni a visitar Shinjuku. Un día que ha ido de regular a peor.
Aunque los ronquidos del nuevo compañero de habitación se hicieron notar al principio de la noche, he dormido de un tirón. Y es por eso que no entiendo como podía tener semejantes ojeras esta mañana.
Al poco rato estaba preparado para empezar el día. Demasiado pronto para las pocas ganas que tenía de vivir experiencias, algo me hacía pensar que no sería un gran día. Casi sin darme cuenta me he visto en la puerta del restaurante. Pero me he dado media vuelta y me he ido. Decidí que no me apetecía desayunar ahí. No sabía dónde, pero ahí no. Tampoco tenía hambre. En fin, con más desidia que otra cosa he buscado una lavandería 24h que vi en un mapa y la he encontrado a dos manzanas, tal vez vaya mañana. Demasiado pronto la he encontrado. Al menos de camino he visto una frutería. He comprado un par de naranjas de china, sólo por la gracia. Ya tenía desayuno... Más de una hora para comerme una sola. Era bastante grande y yo perdía bastante tiempo delante del portátil en la 6ª planta del hotel, donde curiosamente llega el wifi de la planta 1 (en el edificio de enfrente). Aún con todo, demasiado pronto.
Ha sido de estos días que tienes que hacer cosas, pero quieres que pase el tiempo rápido para poder pensar que es que no te ha dado tiempo. De esos días. No suelen pasar, pero si pasa, se nota que cada uno de los minutos tarda algo más de un minuto.
Larga la media que he decidido usar para estudiar japonés antes de salir hacia la academia. Largas las 3 horas de clase. Y larga, muy larga la tarde. Hasta que he decidido ponerme a estudiar álgebra y prepararme para el proyecto. A los pocos minutos ha llegado una chica a la habitación de los canadienses. Una italiana de unos 30 años. Me ha hecho gracia, porque me he visto en ella hace casi una semana cuando llegué. Sola, agotada, con un desfase horario desmesurado, pero con algo menos de nivel de japonés e inglés que yo. Así que hemos hablado en italiano (ella) y castellano (yo). Mientras hablábamos he notado que nos sentíamos amigos el uno del otro. La mayor amistad que se pueda conseguir en 30 minutos. Quizás nos sentíamos solos por estar a más de 10.000 km de nuestras casas. Quizás ha sido el momento más divertido del día.
Cerca de las 9, con Patrizia ya en su habitación, mientras esperaba que se conectara AB y hablar, he estado escuchando a Manolo García. Sigo sintiendo escalofríos cuando oigo la de "Sólo un poco". Quizás hoy más. Para mí, posiblemente la mejor canción que nunca he escuchado. "Un pasado roto no es nada, al final te das cuenta de que nunca estuvo entero del todo", MG.
Hablar con AB es lo último que he hecho. No iba a escribir nada. Pero no tenía sueño.
Buenas noches.
Carlos
Aunque los ronquidos del nuevo compañero de habitación se hicieron notar al principio de la noche, he dormido de un tirón. Y es por eso que no entiendo como podía tener semejantes ojeras esta mañana.
Al poco rato estaba preparado para empezar el día. Demasiado pronto para las pocas ganas que tenía de vivir experiencias, algo me hacía pensar que no sería un gran día. Casi sin darme cuenta me he visto en la puerta del restaurante. Pero me he dado media vuelta y me he ido. Decidí que no me apetecía desayunar ahí. No sabía dónde, pero ahí no. Tampoco tenía hambre. En fin, con más desidia que otra cosa he buscado una lavandería 24h que vi en un mapa y la he encontrado a dos manzanas, tal vez vaya mañana. Demasiado pronto la he encontrado. Al menos de camino he visto una frutería. He comprado un par de naranjas de china, sólo por la gracia. Ya tenía desayuno... Más de una hora para comerme una sola. Era bastante grande y yo perdía bastante tiempo delante del portátil en la 6ª planta del hotel, donde curiosamente llega el wifi de la planta 1 (en el edificio de enfrente). Aún con todo, demasiado pronto.
Ha sido de estos días que tienes que hacer cosas, pero quieres que pase el tiempo rápido para poder pensar que es que no te ha dado tiempo. De esos días. No suelen pasar, pero si pasa, se nota que cada uno de los minutos tarda algo más de un minuto.
Larga la media que he decidido usar para estudiar japonés antes de salir hacia la academia. Largas las 3 horas de clase. Y larga, muy larga la tarde. Hasta que he decidido ponerme a estudiar álgebra y prepararme para el proyecto. A los pocos minutos ha llegado una chica a la habitación de los canadienses. Una italiana de unos 30 años. Me ha hecho gracia, porque me he visto en ella hace casi una semana cuando llegué. Sola, agotada, con un desfase horario desmesurado, pero con algo menos de nivel de japonés e inglés que yo. Así que hemos hablado en italiano (ella) y castellano (yo). Mientras hablábamos he notado que nos sentíamos amigos el uno del otro. La mayor amistad que se pueda conseguir en 30 minutos. Quizás nos sentíamos solos por estar a más de 10.000 km de nuestras casas. Quizás ha sido el momento más divertido del día.
Cerca de las 9, con Patrizia ya en su habitación, mientras esperaba que se conectara AB y hablar, he estado escuchando a Manolo García. Sigo sintiendo escalofríos cuando oigo la de "Sólo un poco". Quizás hoy más. Para mí, posiblemente la mejor canción que nunca he escuchado. "Un pasado roto no es nada, al final te das cuenta de que nunca estuvo entero del todo", MG.
Hablar con AB es lo último que he hecho. No iba a escribir nada. Pero no tenía sueño.
Buenas noches.
Carlos
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