jueves, 5 de marzo de 2009

Daisuke


Hay muchas cosas que ocurren por casualidad. Yo soy de los que creo que las casualidades pueden forzarse, es decir, puedes ayudar a que se produzcan, ya sea para bien o para mal. Y simplemente dejando que las cosas sigan su curso, sin encerrarse a lo supuesto o a lo cotidiano, das cuerda al azar.

Una vez encontrado mi asiento en el avión de Frankfurt a Tokio un chica (mi primer contacto con alguien japonés) me preguntó (en inglés) si me importaba que le cambiara el asiento a su amiga. Aunque me había tocado ventanilla en un avión de 11 asientos por fila, el viaje era de unas 11 horas y al que me tenía que mover estaba más atrás y casi en medio, se lo cambié. Al fin y al cabo viajaba solo. LLegamos a su asiento y había un cacho de tío sentado en él. La chica había confundido su asiento... A volver de nuevo a mi sitio. Que lo sentían, que había mirado mal su asiento y que ya estaban juntas...

5 minutos, la chica de al lado, con un inglés a lo japonés me pidió mil disculpas, pero que su compañera (otra distinta) estaba llorando y quería estar con ella. No hacía falta que llorase para que se lo cambiara. Total, que después de ayudarme a guardar la mochila en un hueco de las puertas de arriba me quiso regalar una choocolatina en agradecimiento. No sé si por majo o por lo guapo que soy. No se la quise aceptar (tampoco sabía que era una chocolatina, Daisuke me lo dijo).

Una vez en mi asiento de intercambio, conocí a Daisuke. Un chico japonés con el que estube chapurreando un poco de inglés, hasta que se enteró de que soy español. Resulta que estubo estudiando en Alcalá español. Pensé: mierda, ahora que podía practicar algo de japonés o inglés... Pero al final fue un viaje muy interesante. Dormí practicamente nada mientras me hice un poco el dormido. Un chaval muy majo, pero si le das rienda suelta... Ahora sé realmente como se cogen los palillos, que el barrio donde voy a vivir es una zona de puticlubs, alguna banda que otra (no de música) y por qué hacen el gesto de V con los dedos en las fotos... él aprendió la palabra puticlub. 11 horas sentados juntos dan para bastante.



Podría decir que éste es el primer amigo que hago en mi viaje...

Un saludo.

Carlos

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