Un viaje como el que comienzo ahora, en el que marchas solo, y aunque puedan suceder cosas inesperadas y desagradables, una de las peores sensaciones es la que se siente cuando te despidiendes de la gente. Sobretodo en el momento de irse, cuando sabes que unos minutos después estás al otro lado de la aduana del aeropuerto, que es cuando definitivamente tomas conciencia de que te vas. Te giras y das el saludo como del que se mete en la puerta de "Lluvia de Estrellas". Una sensación mezcla de tristeza por lo dejas y soledad por lo que te llevas, que puede hacer que unido al nerviosismo intenso de no saber a dónde vas refleje una sensación como de que uno no quiere marcharse, que nada se le ha perdido a 8 horas de distancia. 7 en verano.
Pero es cuestión de tiempo, ganar valor y darse cuenta de que al fin y al cabo no me voy del planeta. Sino que voy a un sitio que el único problema que puede tener es el idioma ("Lost in Translation"). Es en principio un lugar más sano, seguro y moderno. Aunque tocaré madera, vaya a ser que ahora por hablar...
Carlos
Vaya, por fin una muestra de nerviosismo o inquiedtud por tu parte. Mucha suerte campeón!
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