La noche ya no empezaba bien... Después de cenar unos espaguettis con tomate de sobre, comprados en el supermercado del barrio fuimos directamente a "Pachinko". Locales como esté invaden Tokyo. No son más que unas salas de máquinas traga perras. Desde las típicas del bar Manolo, hasta las que se ven en vídeo. En las que la diversión aumenta lanzando unas bolas a modo de pinball y que la ruleta gira solo cuando una entra en un agujerito. A nosotros nos parecido un timo, pero siempre están llenos, desde primera hora de la mañana hasta la noche, cuando cierran. Como la apuesta mínima eran 1000 yenes, lo hicimos a medias. En total salía a unas 100 bolas por cabeza. Pero la "diversión" no nos duró más que 5 minutos de reloj, tomándolo con calma. A decir verdad, no le vimos la diversión. Lo único que puedo enseñar es ese mini vídeo. Ya se ve a Rafa al final diciendo "No foto". Un guardia venía corriendo a decirme que parara de grabar. Luego nos enseñó a jugar. Fue muy amable, aunque nos gastó unas 10 bolas en la demostración.
Después de la visita a Pachinko fuimos a un combini a comprar algo de alcohol. Siendo lunes no había mucho ánimo de fiesta. Y nos encontramos a Moe en el restaurante de enfrente al hostal. Que también pertenece al grupo Sakura Hoteles. Moe es un personaje que conocimos mientras acabábamos de cenar. Y sí, como el de los Simpson. Que también dormía en nuestra habitación. Y que también viaja solo. Un americano de los auténticos. Amante de los tatuajes, los viajes, las mujeres y por supuesto su patria. USA! Quizás en orden inverso...
Las botellas fueron acabándose a medida que los temas de conversación iban surgiendo. Las típicas conversaciones que pueden surgir en un encuentro internacional: deportes, viajes, formas de vida, hobbies... La verdad es que sorprende lo fácil que puede ser encontrarse bien entre personas que no tienen nada mejor que hacer que estar contigo. Que no tienen que guardar las formas, ni las apariencias. Que dicen abiertamente lo que piensan. Que son tal y como son. Total, al fin y al cabo es una amistad de paso. De unos días. Y posiblemente no volvamos a vernos en la vida.
Por producto de la casualidad, 4 desconocidos coinciden en un punto del mundo. Tokyo. Comparten el momento. Y beben whisky. Tuvimos que comprar algo más. Compramos algunas patatas sabor a pizza. Pedimos hielo a la chica del bar. Y volvimos a comprar patatas.
No nos acostamos tarde, pero tampoco era muy pronto. No nos acostamos bebidos, pero sí contentos. Nos acostamos todos juntos en la misma habitación. Cada uno en nuestra cama. A la mañana siguiente Rafa y yo íbamos a ir a Roppongi, pero nos hemos quedado dormidos...
Esta entrada va dedicada a Rafa, el mejicano; a Ian, el canadiense; y a Moe, el americano.
Un saludo!
Carlos
Después de la visita a Pachinko fuimos a un combini a comprar algo de alcohol. Siendo lunes no había mucho ánimo de fiesta. Y nos encontramos a Moe en el restaurante de enfrente al hostal. Que también pertenece al grupo Sakura Hoteles. Moe es un personaje que conocimos mientras acabábamos de cenar. Y sí, como el de los Simpson. Que también dormía en nuestra habitación. Y que también viaja solo. Un americano de los auténticos. Amante de los tatuajes, los viajes, las mujeres y por supuesto su patria. USA! Quizás en orden inverso...
Las botellas fueron acabándose a medida que los temas de conversación iban surgiendo. Las típicas conversaciones que pueden surgir en un encuentro internacional: deportes, viajes, formas de vida, hobbies... La verdad es que sorprende lo fácil que puede ser encontrarse bien entre personas que no tienen nada mejor que hacer que estar contigo. Que no tienen que guardar las formas, ni las apariencias. Que dicen abiertamente lo que piensan. Que son tal y como son. Total, al fin y al cabo es una amistad de paso. De unos días. Y posiblemente no volvamos a vernos en la vida.
Por producto de la casualidad, 4 desconocidos coinciden en un punto del mundo. Tokyo. Comparten el momento. Y beben whisky. Tuvimos que comprar algo más. Compramos algunas patatas sabor a pizza. Pedimos hielo a la chica del bar. Y volvimos a comprar patatas.
No nos acostamos tarde, pero tampoco era muy pronto. No nos acostamos bebidos, pero sí contentos. Nos acostamos todos juntos en la misma habitación. Cada uno en nuestra cama. A la mañana siguiente Rafa y yo íbamos a ir a Roppongi, pero nos hemos quedado dormidos...
Esta entrada va dedicada a Rafa, el mejicano; a Ian, el canadiense; y a Moe, el americano.
Un saludo!
Carlos
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