sábado, 25 de abril de 2009

A malas con el mundo

Tal vez es por el día de perros que hace hoy. Ya no llueve con la intensidad que cuando me he despertado, pero no para. Quizás me está molestando el tobillo. O simplemente puede que me haya bajado una regla mental. Pero hoy estoy a malas... Aunque sinceramente, creo que todo ha empezado cuando he salido de mi habitación y he visto el campo de batalla que me ha dejado mi queridísimo compañero como cocina. Así que hoy me apetece descargar contra él. Sé que en el fondo son cosas que gustan... Los trapos sucios!

Hace cosa de una semana, hablando con Luis, le estaba comentando que estaba más que contento del compañero que tenía. Con sus cosillas, pero bien. Cosillas, que sumadas a otras cosillas, se hacen una cosa. Y ya empieza a ser una cosa que me comienza a molestar.

Por el principio. Pensé que cuanto más tiempo pasásemos juntos, más cosas compartiésemos, mejor. No me apetecía llevar una mala relación con mi compañero de piso. Así que puse todo lo que creí oportuno de mi parte y más. Hablamos de comprar las cosas del piso a medias: utensilios de cocinar, limpieza y hasta comida. La cosa iba bien. Le propuse que no me preguntará si me parecía bien que comprase una cebolla o un paquete de arroz. Que lo comprase y todo a la cuenta común. Noté que le sorprendió, pero en el sentido de que sospechaba que yo querría comprar lo que me diera la gana. Era la intención, pero con un poco de sentido común. No tenía intención comprar caviar para desayunar.

Otra fue el dinero. No quería darle la menor importancia, pero me tocaba un poco lo que no me sonaba. Pero bueno, quería intentar comprender que quizás podría ser normal. ¿Normal? Que fuéramos a pagar una cesta común y la pagase yo. La segunda vez, lo mismo, él esperando a que soltara yo el dinero. Pensé, bueno, tiene su lógica, yo lo pago todo y luego me da la mitad. Bien. Segundo día, le digo que pague y paga. Siguiente tienda. Espero a que siga su lógica, pero no. Me mira y me dice que el ha pagado antes. ¿Eh? Pues pago. Total, todo va al fondo común y tarde o temprano me lo pagaría. Incluso el día que no tenía suficiente para pagar, en lugar de pagarlo él para que no me quedase sin blanca, me dio los yenes que me faltaban para pagar. Apuntándolos en la cuenta. No le quería dar la menor importancia, porque quizás no lo tenía. Pero no me acaba de gustar esa intención de pagar siempre algo menos que yo. Como que no se fiaba de que luego se lo pagase.

La segunda que me marcó fue unos días después. Cuando empezaron las clases. Él estudia en el campus de Mita, en Tokyo. Entre pitos y flautas, casi una 1 hora de camino. Que se tendría que pasar bastante más tiempo del que se pasaba hasta ese momento fuera del piso. Yo en Yagami, a 10 minutos andando el día que me lo tomo con calma. Así que me dijo que creía que deberíamos dividir los gastos de comida. Que cada uno se comprase lo suyo. Me sorprendió de primeras, pero pensando unos segundos me di cuenta de que posiblemente me convenía. El colega come como una lima. No para. No exagero si digo que come el doble o el triple que yo. La excusa que me puso para dividir era que como yo me iba a pasar el día en el laboratorio no me iba a convenir. ¿Se piensa que soy tonto? Lo que pensaba era que yo, estando tan cerca del piso, desayunaría, comería y cenaría cada día en él. Y que a él eso no le convenía nada. Pero que bueno. Le dije que gracias y que vale. Pasados los días me doy cuenta de que salgo ganando y de mucho. A parte de que gasto bastante menos que él. O tal vez no, porque se pega unos atracones a arroz que son de escándalo y es bastante barato. Ahora compro lo que me apetece, no tengo que rendir cuentas con él cuando me apetece cenar y sobretodo, cocino a mi manera. Que sinceramente, hasta su metodología a la hora de cocinar empieza a molestarme. Luis sabe de lo que hablo...

¿Por qué le importa tanto lo que compro y que voy a cocinar con ello? Pues mira: pescado y cebolla. Para que me crezca la nariz. ¿Qué crees que voy a cocinar? Ya sé que es una tontería, pero no me gusta que husmeen en mis cosas. Y en este tema, el chaval se pasa. Y no es que ya me moleste todo, porque desde el principio lo hace. Y el interés no es aprender, o saber si hay alguna oferta, es simple curiosidad por saber que me puede gorronear después. Que lo hace. Quizás me pasé de buena persona ofreciendo mis cosas. Ahora no para de pedirme esto para una cosa, y esto para la otra. Que no me importa. O mejor dicho, no me importaría si él alguna vez ofreciera algo. Bueno, un día me ofreció probar un día que hizo okonomiyaki, una tortilla a la japonesa. Tal vez porque esa noche le di a probar tortilla de patatas que hice. Que le di a probar y se cogió un cuarto. En su momento pensé que fue culpa mía por no especificar cuanto debía probar. Hoy pienso que es un ansias, un agonías o un angunias, como algunos dicen... Otra noche le hice paella, con mucho gusto. Sin esperar nada a cambio. Sinceramente. Si hago esas cosas es porque me apetece. Como el día que me fui a Takayama y le dejé media piña y unos huevos. Prefiero que se los coma él a que se pongan malos. Que seguramente en 3 días no se pone malo. Pero bueno... el hecho de que ni me lo agradezca empezara a no apetecerme ser tan generoso.

Otra cosa que me ha sorprendido de él es su nivel de hipocresía. Al principio me llamaron la atención sus dos o tres comentarios racistas. Tanto contra magrebíes, como contra judíos. Ayer cuando llegue cerca de las 00:30 de una cena con unos españoles, a la que él no vino porque estaba literalmente muerto, estaba él en la cocina con una chica que conoció en la excursión que hizo el jueves. Judía. Supongo que aquí se puede aplicar lo de que más valen dos tetas que dos carretas. Se estaban bebiendo el sake y las cervezas que yo compré hace unos días. Aunque bueno, creo que esto lo repondrá. Y más creyendo que consiguió emborracharla y que probablemente acabó bien la noche. Por lo menos creo que ella se quedó a dormir. No sé, a ver si de buen humor se estira un poco más...

Pero de lo que más me molesta es que deje la fregadera llena de trastos llenos de comida pegada. Al principio, cuando yo tenía que cocinar, lo limpiaba todo y listos. Ya limpiará él otro día los míos. Y un huevo! Si dejo un plato una mañana, por la tarde cuando vuelvo está mi plato, dos suyos, la sartén y el cazo con arroz pegado. ¿Tanto cuesta enjuagar el cazo al acabar? Me revienta limpiar el arroz pegado, más aún cuando yo no como arroz. Me sorprende su filosofía de limpieza y cocinar. A la hora de cocinar es metódico. Lento, muy lento. Paso a paso y todo en su debido orden. Baja las recetas de Internet y las repite una y otra vez de la misma manera. No sé, pero cuando lo veo cortando verduras me pongo nervioso. Más o menos va a un corte cada 3 ó 4 segundos. Pienso que le falta una marcha, unos centímetro en el recorrido de su acelerador, algo. Parece que va a ralentí. Se escandaliza porque pruebo con la cuchara que remuevo la comida (la que yo me voy a comer). Y luego deja un día entero los trastos en la fregadera llenos de comida, la mesa llena de mierda. Creo que tiene claro el término limpieza, pero nada claro el de higiene. Luego nos vienen las hormigas y se sorprende. Quizás es mi manera de pensar, que simplemente es diferente. Pero si cada vez que cocina tarda 1 hora, ¿por qué no dedica 5 minutos a limpiar los platos? ¿Qué tengo que hacer yo? ¿Limpiar cada día lo que necesite y dejarlo al final en la fregadera como él? ¿Y entrar en un bucle de suciedad? ¿Darle un toque de atención? ¿Y empezar a poner los puntos sobre las íes?

Podría seguir contando unas cuantas historietas más. U otras cosas que me molestan. Pero ya esto cansado... Y al fin y al cabo, creo que son cosas producto de la convivencia. Porque no me llevo mal con él. A veces me lo paso muy bien. Tiene algún punto positivo. El problema es que con el tiempo, estos puntos, empiezan a hacerse más insignificantes. Aunque comparando con las historias que me cuentan otros de sus compañeros, esto no es nada. Así que debería sentirme afortunado... El caso es que llevamos 1 mes juntos y que él se marcha a finales de julio. Espero no hartarme antes de 3 meses... Y el que avisa...

El otro día encontré un corto por Internet que me gustó. Que sumado a que esta noche tenemos un karaoke previsto, no queda mal ahora: cuidado con los Chubbchubbs!




Y lo dicho, esto es lo que pienso hoy. Quizás viene hoy con unas cervezas. Me invita a comer. Limpia los platos. Me hace un masaje. Y me arrepiento de todo lo que he dicho. Que puesto todo junto, parece que estoy pasándolo mal. Que no es así. Solo quería contarlo y quedarme más a gusto que un arbusto...

A apretado la lluvia.

Un saludo!

Carlos

3 comentarios:

  1. Cristiano Lloretti25 de abril de 2009, 23:01

    Uf,se podrian escribir tantos y tantos posts sobre convivencias en pisos de estudiantes...jejeje!

    Voy mirando de vez en cuando el blog, veo que lo llevas muy al dia, sigue así!

    Bueno tio, espero que todo te vaya bien por allí y que lleves el proyecto mejor que yo, cosa no muy difícil! jejeje

    Cuidate! Ci vediamo!

    ResponderEliminar
  2. Ale, bambino! Que seguro que tú tendrás quejas de tu Torino... jejeje

    Que vaya muy bien! Y un salu

    ResponderEliminar
  3. Mira, yo trataría de hablar con él, en un momento en el que esté bien. Dejarlo pasar puede ser muy cargante y frustrante.

    Me ocurrió algo parecido con mi compañero, hasta que se encontró una novia china que vive enfrente. Una vez no le recogí un plato con restos de arroz. Y ahí estuvo dos semanas, hasta que decidí limpiarlo por si le empezaban a crecer patas.

    Venga, ánimo!

    ResponderEliminar