lunes, 13 de abril de 2009

Takayama


Me encontré con Mai en la estación de Nagoya. Menos mal que ella me reconoció, porque a mi me hubiera costado un poco con el corte de pelo que se había hecho... Fuimos a la parada de autobuses, pensando que sería lo más barato para ir a Takayama. Posiblemente lo sea, pero aun y así, nos costó 2.900 yenes. Por unas 4 horitas de trayecto. Al menos las vistas eran mucho mejores que en el Shinkansen. Hida Takayama se encuentra por el sur de los Alpes japoneses. A cierta altitud. La nieve que encontramos a los lados del camino no era más que un engaño a lo que realmente nos esperaba este fin de semana.

La primera impresión del pueblo no fue nada buena. A parte de que llegásemos al hostal a las 12 y nos despachara rápidamente el dueño diciendo que el check-in era a las 15... Al menos nos permitió dejar las maletas adentro. El centro de la ciudad, lo único visitable de toda ella, es un auténtico centro temático para turistas. Montones de tiendas de recuerdos, comidas y bebidas. Esperaba encontrar algo como casas rústicas, estilo japonés. Algo antiguo. Y realmente era lo que había, casas de estilo antiguo, pero el hecho de que se hayan convertido en tiendas hacía que perdiera mucho para mí. La ciudad estaba casi despoblada, solo un par de docenas de turistas poblábamos las calles. La verdad es que era viernes y hacía un calor sofocante. Ni el helado que nos comimos sofocó nuestro calor. Para mí, lo mejor del pueblo: el río. Con sus peces, sus patos, sus piedras y agua transparente. A la orilla del río, con comida preparada de un super, comimos el viernes. Hicimos hanami. Merendamos una tarde. Y bebimos una noche. Siempre bajo los cerezos en flor. Bonito río.

Tardamos poco en salir del centro turístico y empezamos a visitar lugares del extra radio (pero siempre dentro del mapa que la oficina de turismo nos dio). Montaña, o más bien bosque, es lo que rodea a Takayama. Cuanto más nos alejábamos del centro, más nos gustaba el lugar.

Pasadas las 3 de la tarde volvimos al hotel. Nos hicieron una ruta por él, ya que es una especie de templo convertido en hostal. El chico que nos hizo el tour debió creer que éramos pareja y quizás por eso nos ofreció la "suite" estilo western, si se le puede llamar así... Podíamos elegir entre esa o una habitación estilo japonés. Me atraía la idea de una estilo japonés. Pero una vez vistas las dos, evidentemente, yo prefería la "suite". Ambas constaban de dos futones individuales en el suelo, un calentador y un mueblecito. ¿Diferencias? Una tenía las pareces que eran puertas correderas de papel que daban a las habitaciones contiguas, si abrías la puerta de entrada a la habitación, a través del pasillo, podías ver un jardín interior bastante bonito. La otra tenía nevera, televisión, radio, un par de muebles más, un sofá y dos ventanales que daban a la calle. Me daba igual lo que pensara el chico del hotel, sin duda prefería esa. Aunque en realidad era bastante fea.Una vez escogida nos dijo que la tele no funcionaba y que la nevera estaba desenchufada. Pero bueno, la verdad que valió la pena, porque después del frío que pasamos la primera noche (yo me desperté porque saqué sin querer los brazos del edredón...) pensar en una habitación con paredes de papel nos asustó.

Esta es la única foto que tengo del hostal por dentro. No valía mucho la pena la belleza del lugar. Podíamos usar todo: cocina (donde cocinamos una noche), lavabos (donde... todos sabemos lo que se hace aquí), duchas (donde nos dejaron claro que estaba permitido bañarse, los baños a un balneario nos dijeron), zona común (donde pasamos un rato jugando a cartas y damas antes de que cerraran a las 10 de la noche...). Por lo que pagamos, sinceramente, el hostal está muy bien. Y por lo que pueda parecer, los del hostal eran muy majos.


Para mí, sin duda, el mejor día fue el sábado. Estuvimos como unas 7 u 8 horas andando por el bosque. Me gustó más que mucho. Poco que contar. Excepto que el paisaje, bajo mi punto de vista, precioso. Que la compañía, paciente como nadie, estar horas y horas hablando conmigo en inglés, aseguro que no es fácil. Más aun si tampoco es tu lengua materna. Y que está página no me deja subir más de 5 fotos por entrada.

Nos encontramos un restaurante en medio de la montaña baratísimo y buenísimo. Donde cerca había un pequeño poblado de hace varios años. Típico japones. Muy bonito. Costaba 700 yenes la entrada, pero valía la pena. Dimos de comer a los peces y nos hicimos una foto donde si la hacíamos con nuestra cámara era gratis. Un detalle por su parte.

En lo más alto de la montaña nos encontramos con un hombre. Cada 1 o 2 horas nos topábamos con alguien. Unas vistas increíbles. Pero eso sí, con el calor que hacía, sudamos como cochinos.
Por lo menos yo.
Nos dimos nuestra fiesta particular en un banco de la orilla del río. Y acabamos en el hotel. Escuchando música del móvil, viendo fotos, hablando y haciendo un tremendo esfuerzo para no dormirnos antes de las 11 de la noche. Estábamos reventados. Caímos pronto. Y por suerte, no hizo tanto frío como la noche anterior.

El último día fue más caluroso que los anteriores. Estábamos más cansados. Y no teníamos mucho por ver. Nos perdimos por la montaña y cuando nos encontramos, compramos los billetes de bus. En principio hubiera tenido tiempo de llegar a la fiesta de bienvenida. No con tiempo para cocinar algo, pero al menos para disfrutarla un poco. Llegué a las 11 al hotel, medio muerto. Más de 2 horas de caravana. La primera vez que entro en una autopista en Japón y pillo caravana... La fiesta acababa de terminar. Por lo que me han dicho no me perdí nada interesante. Solo un chico disfrazado de Pikachu, un japo como una cuba y poco más. Así que bueno, ya va bien...

Me quedan un par de curiosidades por contar, pero ya lo dejo para mañana. Aun me dura el cansancio.

Un saludo!

Carlos

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