lunes, 27 de abril de 2009

Fiesta en la residencia

No era exactamente lo que me esperaba. Mejor. Porque superó mis expectativas. Se trataba de una fiesta organizada por Job y Aya, una de los estudiantes que asisten a los estudiantes recién llegados a la residencia. Ellos se encargaron de hacer todas las compras y luego, entre todos, cocinábamos nosotros mismos la comida. Cocina japonesa. Evidentemente unos trabajaron más que otros. En este caso fueron los chicos japoneses los que más hicieron, aunque también es comprensible... Para explicarme Aya como tenía que cortar las berenjenas para hacer tempura tuvo que enseñarme una foto.

Normalmente estas fiestas están pensadas para una docena de personas. Al final fuimos casi una veintena. Muy buen rollo.

Aquí están Marta, Brice (un marsellés muy majo) y Job, antes de pillar un mosqueo monumental porque uno de los que vino no pagó y decía que sí. Sé que estaba enfadado porque me lo dijo. La verdad es que no le notaba, sólo estaba un poco más serio. Y sé que Job tenía razón, porque al final el chaval acabó pagando. Ya me comentaron que este individuo tiene un buen historial a sus espaldas en cuanto a aprovecharse del resto sin ningún problema.

Aquí estamos Luis y yo. No me acuerdo de que nos reíamos, pero era gracioso.

De la fiesta en sí no hay demasiado que contar. Comimos sushi, tempura y otras cosas que no sé como se llaman. Bebimos cerveza, sake y los alemanes trajeron una botella de Jaigermeilter, algo bastante graduado. Se pusieron finos, porque al final acabaron haciendo el "Wasabi Challenge". Quien no conozca el wasabi no le encontrará demasiada gracia. Pero hay que ver las caras de los que se ponen un buen pegote de wasabi a pelo en la boca...

Había bastante comida. Y no de la barata. Además de comprar todo lo que nos comimos, con 1000 yenes por persona, compraron bebidas. Personalmente, por unos 6 euros, me parece que estuvo bastante bien. Aunque claro, siempre está el que se queda con hambre. Como Sam, el chico de la derecha de la siguiente foto. Al lado de Ali. Que como Job no espabile, se la levantan. Uno de los franceses fue a la caza del conejo, sin escrúpulo ninguno. Mucha libertad e igualdad como decían en el lema de su revolución, pero la fraternidad se la pasan por el forro. Pero bueno, ellos verán.

Después de ensuciar, había que limpiar. Se pusieron los japoneses con alguno más a limpiar. Mientras que otros empezamos a salir fuera. Pensé, que con tanta gente dentro molestaría más preguntado dónde pongo esto y dónde pongo lo otro que quitándome del medio. Al poco rato dentro solo quedaban los organizadores y los japoneses. Quedaba dejarlo todo bien limpio. Lo más gordo ya estaba hecho, pero algo quedaba todavía. Así que le pregunté a Job si necesitaban ayuda. Después de echar una mano a secar vasos y bandejas nos jugamos a "piedra-papel-tijera" los restos de la fiesta. Les dije que yo no era organizador y que no debía jugar, pero insistieron... No me hice de rogar y gané dos botellas de Coca-Cola. Desde que estoy aquí no la he probado todavía. Quiero decir sola. En todos los establecimientos el agua es gratis, así que la decisión es sencilla.

Estuvimos hablando de varias cosas, como de un partido que hay previsto para el próximo domingo. Si me recupero del tobillo, iré a jugar. Aunque antes tengo que buscar una tienda para comprar un par de botas de fútbol. Las zapatillas de correr no son lo más indicado para jugar...

Un saludo!

Carlos

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