jueves, 16 de abril de 2009

Takayama: lo nunca dicho

Segundo día de sol y primera proposición para ir a la playa la semana que viene. Junto con fiesta+karaoke para mañana. Quien diga que la vida del estudiante en el extranjero es relajada, que tiene tiempo para todo, se equivoca. Por lo menos yo, no doy a basto...

Estoy contento porque voy obteniendo mejoras en el laboratorio. No demasiadas, pero las suficientes para no deprimirme y entrar en un bucle infinito de sueño y aburrimiento sobre el libro de programación. Después de más de 7 horas, con media hora para comer en medio, he decidido volver a casa. Y una vez aquí he me he puesto a revisar las fotos que me trajo Mai hace un par de días. Y lo que me pensaba, entre las suyas y las mías tengo suficiente material para contar algunas de las curiosidades que nos encontramos en Takayama.

El primer día, Mai me estuvo explicando que cuando estuvo en un pueblecito de la isla de Kyushu. En el cráter de un volcán. Cada día a la hora de despertarse en aquel pueblo, las 8, creo que me dijo. Sonaba por todos los altavoces de todas las calles una música seguida de la voz de una chica dando los buenos días. Por lo que se ve en los pueblos pequeños, cada día, se anuncia la hora de levantarse, o la de comer, o la de volver a casa, o todas... En Takayama, cada día a las 6 de la tarde, suena una melodía. Nosotros supusimos que era una especie de recordatorio para que te fueras para casa a cenar. O algo así.



Ciertamente, a esa hora, las calles estaban desiertas. Sólo un par de turistas. La primera tarde me hizo mucha gracia la musiquita. La melodía de las 8 de la mañana del día siguiente, ninguna.


De lo primero que nos llamó la atención fue el edificio de la foto anterior. La hice con uno de estos catalejos que había en un mirador para ver casi toda Takayama, a unos 2 o 3 km de distancia. Se trata de un edificio enorme, bastante más grande que el resto de templos de la zona y que se ve a simple vista desde muy lejos. Con el tejado dorado y una bola roja encima. Y que curiosamente parecía que no existía. No estaba en ninguno de nuestros mapas, ni en ningún mapa que encontrábamos por la montaña donde indicaban los picos más altos de la cordillera que rodea la ciudad y los principales edificios. Quizás tenga algo que ver la estrella de arriba del todo... Tanto andar el sábado, llegamos hasta este edificio, aunque 10 minutos más tarde de que cerrara. Se trata de uno de los templos más importantes de la zona, con celosías en las ventanas estilo arabesco. Tal vez no es el tipo de templo que quieren incluir en la lista de los más tradicionales...

Explorando el poblado donde se encontraba el catalejo nos encontramos, posiblemente, el anuncio que más gracia me hizo y me hará de todos los que pueda encontrar en japón...


Quien tenga un mínimo nivel de inglés y no se esté riendo, que lo vuelva a leer... Es buenísimo! Evidentemente, entramos en la choza donde estaba esta advertencia. No había nada de interés, excepto, como bien decía el cartel, una abeja que intentó abusar de mí.

Quizás me atacó porque me puse a hacer el payaso con la escoba, que estoy seguro, todo el que entra la coge.

Otro anuncio curioso... No basta con pedir disculpas con palabras, casi todos los anuncios y advertencias las acompañan de una imagen. Cosa que se agradece a los que no vamos sobrados de japonés.


Y por último y con respecto a Takayama. Algo que me llamó la atención a mí. Una tienda de Hitachi. 10 artículos en el escaparate. Todos el mismo. El mismo precio. Vaya ganas que tienen de quitarse de en medio las máquinas de cocer arroz...

Ahora toca prepararse una presentación para mañana. No sé muy bien de qué, así que hablaré de mí y de mi proyecto. A trabajar un poco más!

Un saludo!

Carlos

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