martes, 16 de junio de 2009

La Fuente

Empieza a parecer normal. Siempre que hablo con Mario acerca de mosquitos, la noche siguiente se convierte en un infierno. No entraré en detalles, porque anoche fue una experiencia similar a la de hace algunos días. Con la diferencia que cerca de las 3 de la mañana, buscando al maldito insecto miré el correo y vi que Dan había cancelado el partido de fútbol de cada martes a causa de la muy posible lluvia. Esto hizo que me replanteara la necesidad de madrugar. Ya no tenía prisas por acabar mi presentación para mañana. Apagué la alarma del móvil y a dormir.

A las 12 fui hacia el laboratorio. Sin lluvia. Y sin apenas nubes. Al poco rato recibí otro correo de Dan. Volvía a solicitar la presencia de jugadores. Al parecer el 10% de no-lluvia era la probabilidad correcta... Vuelta al piso a por la ropa.

Entonces, una vez jugando, ha ocurrido una de las cosas más graciosas que hayan ocurrido nunca en el campo de Yagami. Y por suerte, o por desgracia, lo recordarán gracias a mí. Ni mucho menos me siento orgulloso. Es más, me siento culpable. Aunque entiendo que algo así podría pasar tarde o temprano. El caso es que estábamos medio calentando. Chutando el balón. Y un jugador de portero. Las porterías no están sujetas al suelo, permitiendo que puedan colocarse donde se quiera. Y no siempre se dejan en el mismo sitio. Hoy, la que estábamos utilizando para calentar estaba justo al lado de una de las fuentes... Creo que ya se puede hacer cada uno una idea de lo que ha podido ocurrir. En un momento dado, que el malón ha llegado a mí, he decidido chutar con todas mis fuerzas. Y como puede ocurrir en estos casos, el balón se desvía. Pero no ha querido desviarse hacia la derecha, donde no había nada, ha querido desviarse hacia la izquierda. Directamente hacia la fuerte. Pero no a la base de la fuente, donde no hubiera pasado nada. Justo en el surtidor. El surtidor se ha partido. Ha saltado por los aires. Un chorro de agua a presión salía del orificio reventado a una distancia de unos 10 metros. En ese momento ya empezaron a oírse risas desde la otra punta del campo. Tim ha venido a echar una mano. Mientras sostenía levantado el soporte donde estaba el grifo (en ese momento a 2 metros de la fuente), intentando no mojar demasiado, yo intentaba cerrar una llave que había detrás de la fuente. Y creo que he dejado a alguien sin agua, porque la fuente no dejaba de escupir. Ese llave no tenía nada que ver con nuestra fuente... He sugerido a Tim que quitase el soporte del grifo. Mala idea... Quitando esa parte de la fuente quedaba al descubierto la tubería que alimentaba al grifo. Y sin ningún impedimento el agua ha salido a unos 10 metros de altura. Las risas ya estaban alrededor de nosotros. A la vez que corrían huyendo del agua. Todo han sido malas ideas. Intentando evitar mojar demasiado el campo de fútbol, he apuntado con la cañería de PVC en sentido contrario al campo. ¿Qué han en sentido contrario? Las pistas de tenis. A los 2 minutos ha venido un chico equipado con su raqueta y tan enfadado como mojado... Para ese momento ya había un chico japonés sosteniendo el tubo. Dan, Tim y yo nos meábamos de la risa mientras el chico le explicaba lo que había pasado. Casi todos hemos acabado empapados. Pero es que no había manera de parar el agua. A los pocos minutos ha llegado el equipo de salvamento. Me ha parecido muy curiosos. Para cualquier cosa van en tropel. En total han venido 8 operarios y 3 policías (o agentes de seguridad, no sé). Daban vueltas alrededor de la fuente sin saber muy bien que hacer. Más tarde han optado por cerrar la llave que ya habíamos cerrado. Se miraban unos a otros. El chico japonés seguía sosteniendo la cañería y en lugar de relevarle le han dado un cubo... En ese momento, viendo como aguantaba la presión del agua con un cubo de plástico e imaginándonos la posibilidad de verlo volar por los aires, Tim y yo casi nos tenemos que sentar de la risa. Me sabía muy mal, pero me han convencido para dejar a los "profesionales" a cargo y ponerme a jugar.

A los 10 ó 15 minutos han cerrado el paso del agua. A los 10 ó 15 minutos ha empezado a llover. Quizás era el día que más gente había en el campo. La mayoría jugando a softball. Cuando la lluvia iba apretando, el campo se iba vaciando. Al final hemos terminado jugando sólo 5. Un alemán, Tim; un chino, Duncan; un americano, Dan; un francés, Sylvain; y yo. Solos en todo el campo. A los japoneses no les gusta la lluvia.

Hemos acabado empapados y embarrados. A Dan se le nota algo más que a mí. De hecho, en la foto, no se nota lo realmente sucio que voy. A medida que ha ido pasando el tiempo, la lluvia ha ido aumentando. Ahora es un auténtico diluvio.

Por otro lado, hoy ha vuelto mi compañero de piso. Ha venido con otro humor. Incluso le ha parecido genial que le dijera que me comí su última rebanada de pan el viernes pasado, porqué yo no tenía y le caducó el día anterior. Un espejismo. Al volver de cenar sólo ha necesitado 5 minutos para tocarme lo que no me suena. Pero bueno, esto lo dejaremos para otro día. Hoy el protagonismo es para la fuente y el buen rato que nos ha hecho pasar.

Mañana toca presentación y por la tarde a preparar todo para el viaje a Kumamoto...

Un saludo!

Carlos

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