domingo, 8 de marzo de 2009

Noche en Roppongi

Anoche a eso de las 10 y pico, los chicos de la habitación de al lado estaban en la cocina de cháchara. Supuse que como la noche anterior de fueron de fiesta, ésta, siendo sábado harían lo mismo. Y la verdad es que eso de acostarme a las 11 todas las noches no es que me parezca mal, pero ya empezaba a tener ganar de salir un poco por las noches y ver como es la movida tokyota. Y solo no me gusta salir. Así que con un zumo de naranja (lo más parecido a una naranja que encontre en el 24h de la esquina... tanto arroz no podía ser bueno), una sopa de de maíz de sobre que cojí por la mañana en el desayuno y unas chocolatinas me planté en la cocina a esperar que los acontecimientos siguieran su curso. 10 minutos tardó unos de los chicos canadienses estudiantes de arquitectura en ofrecerme irme con ellos de 'party'. Accedí y me cambié la camiseta.

Eran casi las 12 cuando subimos al tren de la línea circular para hacer un transbordo en Ubisu que nos llevase a Roppongi. Llegamos tarde, las 00:09 en mi reloj. Fuera conocimos a un chaval alemán y un hombre de unos 40 y pico que decía tener 35, de Australia. Por lo visto llevaban viviendo en Tokyo unos años y se conocian la zona de fiesta donde pretendíamos ir. Los 5 canadienses (de Quebec), el alemán, el australiano y yo nos repartimos en dos taxis y fuimos al "Muse". A mí no me daba muy buena espina el hombre, pero que podía pasar?? Que nos llevara a un local de dudase legalidad donde nos descuartizarán y vendieran los órganos en el mercado negro?? El hombre resulto ser alguien que intentaba hacer ver que todo lo que sucedía en su vida, sus experiencias, sus amistades... eran todas expectaculares, sobrenaturales. Lo único que buscaba de nosotros era no entrar solo en un local.

La entrada al local costaba 3000 yenes (unos 20€) con dos consumiciones. Al entrar una mesa de "BlackJack" con algunos jugando. Apuesta mínima 30$. Más adelante una mesa de billar, donde parecía que solo jugaban los más duros del lugar. En la misma estancia una barra enorme, muchos asientos alrededor, mesas con sofás, gente repartida en grupos bebiendo champane. Varias salas VIP. Otra estancia, la zona de baile: reggae, R&B, pop internacional... Todo el mundo bailando apelotonado al mismo son. El subterráneo otra sala con música electrónica, mesas altas, sofás, un columpio... Aunque todo estaba reducido a un local relativamente pequeño, me pareció espectacular y al final me acabó valiendo la pena pagar la entrada. Porque ver a un montón de asiáticos bailando música de los Gipsy Kings no tiene precio.



La verdad es que las japonesas visten como en las pelis de "Fast & Furious". Sobretodo cuanto mejor están. Es un espectáculo... Las no tan guapas también lo son cuando van a por un chico. Uno de los canadienses le empezó a tirar los trastos a una y en toda su cara que prefería conocerme a mí!!! jajaja. No era plan de reírme en la cara del chaval que acababa de conocer, pero me partía por dentro... Mucha gracia, pero anda que no me costó hacer entender a la japonesa que se me dejara tranquilo!!

A las 4 los canadienses ya no podían más. Nos fuimos y esperamos a que el metro abriera a las 5:15 en las puertas de la estación. Al subir al tren me encontré con esos letreros de los que había oído hablar. Vagones solo para chicas. Aunque solo para unas ciertas líneas de metro y a unos horarios.

Al final los canadienses resultaron ser más majos de lo que en un primer momento me parecían y la nache acabo siento hasta divertida. Cara, pero divertida.

Un saludo.

Carlos

No hay comentarios:

Publicar un comentario