Con la fiesta en la azotea de Nick anulada en el último momento, era una ocasión ideal para contactar con Masa e irme con él al local de salsa donde trabaja. A parte del hostal de Ikebukuro. Donde estuve viviendo mis 3 primeras semanas en Tokyo. Masa es el chico que no soy yo.
Después de que me invitase a cenar en Ikebukuro, nos fuimos a Ginza.
Éstos son el jefe, que no me acuerdo del nombre, Masa y Ai.
El local abre de 8 a 12 de la noche, aunque los sábados ofrecen clases de salsa hasta las 8:30. Con lo que asistí a mi primera lección de salsa (no participé).
De lo que más me gustó del local fue la gente y el buen ambiente. La profesora, muy simpática, me sacó a bailar varias veces. Cuando empecé a cogerle el gustillo, fui yo quien empezó a sacar a chicas a bailar. Anoche era una noche de merengue.
Volví a comprobar que los japoneses, cuando toman algo por hobby, lo toman en serio. Entrenan, entrenan y entrenan. Aunque su principal problema es la falta de ritmo, lo contrarrestan de sobras con práctica, práctica y más práctica. Todos, bailaban mejor que yo. También es que yo nunca he recibido clases. Pero me sorprendió lo bien que bailaban todos. Y en concreto Antonio (japonés), que decía algunas palabras en castellano, curiosamente.
Un hombre se puso a hablar conmigo y me pidió que grabase su número de teléfono. Masa empezó a gritarme desde la barra "maricones, son maricones...". Me hizo gracia. No es el de la foto. El chico de la foto, cuyo nombre no recuerdo, era realmente amigable.
Por supuesto, también bailé con la camarera, Ai. Me lo pasé en grande. E hice algunos amigos. Antonio me propuso continuar la fiesta en otro local de salsa, Copacabana, en Roppongi. Iban 4 hacia allí. Y me pareció una muy buena idea. Masa no quiso venir.
El club era más grande, mucho más grande que "las Risas", el local de Masa. Pero es Roppongi. La gente no era la misma. Iba bastante más a la suya. Lo que tampoco vi mal, mucha gente iba con la intención de bailar, sin interesarse lo más mínimo con quien baila, y otra mucha gente iba con la intención de rozarse un poco. Sobretodo hombres. Noté demasiada chulería en algunas personas. Ciertamente había gente que bailaba muy bien, pero un poco de modestia nunca está de más.
No me percaté en "las Risas" que me estaba yendo con dos casi parejas. Con lo que la mayor parte de la noche la pasé solo. No completamente solo, porque en el momento que aparecía alguna chica por mis alrededores me ponía a bailar con ella. Pero no era realmente lo que esperaba. Pero comprendo que fuesen un poco más a su rollo. Y tampoco es que me ignorasen.
Estos son Antonio con su amiga. Antonio era un buen tipo. Y cuanto más bebía más se olvidaba de que no soy japonés y siempre me hablaba en japonés...
Una vista general del club.
Al piso llegué con el primer tren de la mañana. Ya llevaba unos días un poco mal de la garganta, sobretodo el último día, y trasnochar no ayudó demasiado...
Un saludo!
Carlos
Después de que me invitase a cenar en Ikebukuro, nos fuimos a Ginza.
Éstos son el jefe, que no me acuerdo del nombre, Masa y Ai.
El local abre de 8 a 12 de la noche, aunque los sábados ofrecen clases de salsa hasta las 8:30. Con lo que asistí a mi primera lección de salsa (no participé).
De lo que más me gustó del local fue la gente y el buen ambiente. La profesora, muy simpática, me sacó a bailar varias veces. Cuando empecé a cogerle el gustillo, fui yo quien empezó a sacar a chicas a bailar. Anoche era una noche de merengue.
Volví a comprobar que los japoneses, cuando toman algo por hobby, lo toman en serio. Entrenan, entrenan y entrenan. Aunque su principal problema es la falta de ritmo, lo contrarrestan de sobras con práctica, práctica y más práctica. Todos, bailaban mejor que yo. También es que yo nunca he recibido clases. Pero me sorprendió lo bien que bailaban todos. Y en concreto Antonio (japonés), que decía algunas palabras en castellano, curiosamente.
Un hombre se puso a hablar conmigo y me pidió que grabase su número de teléfono. Masa empezó a gritarme desde la barra "maricones, son maricones...". Me hizo gracia. No es el de la foto. El chico de la foto, cuyo nombre no recuerdo, era realmente amigable.
Por supuesto, también bailé con la camarera, Ai. Me lo pasé en grande. E hice algunos amigos. Antonio me propuso continuar la fiesta en otro local de salsa, Copacabana, en Roppongi. Iban 4 hacia allí. Y me pareció una muy buena idea. Masa no quiso venir.
El club era más grande, mucho más grande que "las Risas", el local de Masa. Pero es Roppongi. La gente no era la misma. Iba bastante más a la suya. Lo que tampoco vi mal, mucha gente iba con la intención de bailar, sin interesarse lo más mínimo con quien baila, y otra mucha gente iba con la intención de rozarse un poco. Sobretodo hombres. Noté demasiada chulería en algunas personas. Ciertamente había gente que bailaba muy bien, pero un poco de modestia nunca está de más.
No me percaté en "las Risas" que me estaba yendo con dos casi parejas. Con lo que la mayor parte de la noche la pasé solo. No completamente solo, porque en el momento que aparecía alguna chica por mis alrededores me ponía a bailar con ella. Pero no era realmente lo que esperaba. Pero comprendo que fuesen un poco más a su rollo. Y tampoco es que me ignorasen.
Estos son Antonio con su amiga. Antonio era un buen tipo. Y cuanto más bebía más se olvidaba de que no soy japonés y siempre me hablaba en japonés...
Una vista general del club.
Al piso llegué con el primer tren de la mañana. Ya llevaba unos días un poco mal de la garganta, sobretodo el último día, y trasnochar no ayudó demasiado...
Un saludo!
Carlos
Un poco de modestia, justamente, es lo único que suelo pedir.
ResponderEliminarPero no, a poco que vislumbran el trono, creen tener el poder.
La próxima vez no se te dejará solo, no vaya a ser que te resfríes.
Pues perfecto! Tengo pensado volver a visitar a Masa. No me importa volver a ir solo, pero algo de companía nunca va mal...
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