18 de junio de 2009
Después de llegar al piso de Lena en Kumamoto y tras dejar mi mochila, partimos de nuevo hacia el centro. La idea era buscar un lugar donde cenar unas 12 personas y otro lugar para pasar la noche. Algún lugar donde aceptasen una reserva para unas casi 20 personas y que la barra libre no fuera muy elevada.
Resumiendo un poco las vueltas que dimos, medio acordamos el local para después de la cena. Al "Tapas". Un restaurante que mezclaba todo lo que se entiende por latino más allá de las fronteras de países de habla hispana. Desde carteles de corridas de toros en Sevilla, con música salsera de fondo, hasta la especialidad de la casa, sangría y jamón serrano, pasando por un sombrero mejicano colgado de un mostrador. Muy curioso. Y gracioso.
Más tarde fuimos a buscar a Holly. Una chica americana amiga de Lena. Y nos fuimos a cenar a un yakiniku. Mi primera experiencia en uno de estos locales. La verdad es que estaba muy bueno. Aunque la cerveza era muy barata, también lo pagamos.
Esta Holly. Hace poco fue a Corea y por lo que se ve estas gafas son el último grito en el país. Todo el mundo tiene unas de estas, o por lo menos casi todos. Y ella no quiso ser menos.
Evidentemente, Lena quiso probárselas... jajaja.
Se sorprendieron enormemente cuando les dije que nunca había ido a un purikura. Que no deja de ser un fotomatón, pero con la posibilidad de retocar las fotos a tu gusto. Añadiendo objetos, pintando, escribiendo. Luis lo explica muy bien en su blog. El caso es que después de cenar fuimos desesperadamente a un salón de juegos donde había unas 10 máquinas de estas. Buscamos uno vacío y nos pusimos a hacer un poquito el mono.
El resultado son unas fotos muy pequeñas, que a la vez son pegatinas. Esto permite que las puedas pegar donde quieras, como por ejemplo en el teléfono móvil. La verdad es que se pasa un rato divertido.
Hay gente que por lo que se ve, mientras no está en uno de estos fotomatones, piensa que posturas podría hacer en la próxima visita al purikura.
Aún quedaba encontrar un lugar para cenar la noche siguiente. Tardamos relativamente poco tiempo en encontrar uno. Un restaurante estilo hawaiano. 2 horas de comida y bebida. Parecía muy buena opción. Como todavía no era demasiado tarde fuimos a tomar algo a un pub donde ellas suelen ir.
Se trata de un pub con 4 dianas para jugar a dardos, unos asientos en la parte contraria y una barra. Lo mejor, la gente del local. Una gente más que amable.
Era la primera vez que jugaba a dardos. Miento, hace varios años, unos 8 ó 10, jugué una partida en Málaga con mi primo y por lo que recuerdo fue un desastre. Si se le puede llamar deporte, no es de mis deportes preferidos. Pero por lo visto fue mi noche de suerte. Si llegas a los 500 puntos en una partida, que son 8 lanzamientos, te regalan un juego de dardos. No es demasiado difícil llegar a esta puntuación con un poco de práctica, supongo. Pero fui el único que lo consiguió esa noche. 1 vez y al poco de llegar, quizás en la 3 partida. La suerte del principiante. A medida que pasaba la noche e íbamos bebiendo más y más, las puntuaciones empezaban a empeorar curiosamente y las dianas a temblar... Lena y Holly ya tenías sus propios dardos de otras veces que fueron.
Tanto tiempo estuvimos en el local que nos dieron las 12. Holly y yo le cantamos el "Happy Birthday" y a los pocos minutos los chicos del local trajeron un pastelito a Lena. Ya decía yo, majísimos. En la foto se ve a Lena contenta, pero la imagen no capta toda la ilusión que le hizo.
Estos éramos todos los que estábamos en ese momento en el bar. El de la derecha era el camarero. Aunque a veces nos servía el de mi izquierda. Había muy buen rollo.
Y el pastelito nos lo comimos entre todos. La fresa para la del cumpleaños. Y por lo visto tenía la pinta como el sabor.
Mientras los cubatas nos esperaban sobre la mesa del local de los dardos nos fuimos a tomar algo al bar de al lado. Un local peruano. Lena estuvo viviendo un año en Perú, por eso le hacía especial ilusión tomar un pisco. En ese momento éramos los únicos clientes, así que teníamos atención especial. El dueño cogió una guitarra y nos pusimos a cantarle, esta vez, el "Cumpleaños Feliz". Es en este momento cuando tomé la foto anterior... jejejeje.
Nos subieron la música para que bailáramos salsa. Estuvimos un buen rato bailando. Estuvo muy bien. Hasta que tuvimos un pequeño accidente con una mesa llena de objetos peruanos...
Lena acabó un poco decepcionada, porque al final el hombre acabó cobrando más que bien lo poco que bebimos. Pero bueno, ser simpático no baja nunca el precio de las cosas...
Al volver con nuestros cubatas los chicos del local nos estaban esperando con una botella de champán. Y por si no era suficiente, nos obsequiaron de nuevo. Esta vez abriendo una sandía para todos.
Las horas pasaron y el día llegó. Fue el momento de volver a casa, cerca de las 7 de la mañana. Pretendía ser una noche corta, pero acabó siendo una gran noche. Al llegar al piso le di mi regalo. Como me dijo que no tenía prácticamente nada en el piso opté por regalarle un cojín para sentarse en el suelo.
Sé que le encantó. Lo vi en sus ojos. También le regalé una postal con unos monos que decían "omedetou" (felicidades). Al día siguiente no quería faltar a la primera clase, pero lo hizo... Demasiado sueño...
Un saludo!
Carlos
Una sandia!! Este es el tipo de cosas que a la vez mas me descolocan y me gustan de Japon.
ResponderEliminarVeo que la noche fue larga... aprovechaste el maximo tus horas en Kumamoto.