lunes, 20 de julio de 2009

Unos vienen, otros se van

Hoy es fiesta en Japón. Lunes. Día del mar sería la traducción, según me han dicho. Y después de unos días de ocupación tengo algo de tiempo para dedicar a la escritura. O diciéndolo de otra manera, días en los que cualquier plan es mejor que quedarse en la habitación sufriendo estos preciosos días de calor.

Aunque el jueves se me olvidase que en el laboratorio era la fiesta de bienvenida a la nueva estudiante filipina, no importó. A Kai, quien se encargaba de organizarlo, también se olvidó. Es el chico de la gorra en la foto. Así, que la trasladaron al día siguiente, viernes. Y como los viernes es el día de la reunión semanal con todo el laboratorio, no había manera de faltar. Aunque al final se cancelase...

La fiesta consistía en una comida todos juntos en la planta superior del edificio principal del campus de Yagami. Era la primera vez que subía hasta esa planta, y la verdad es que, aunque las vistas no son gran cosa, siempre gusta mirar desde las alturas.

La comida: pizza y sushi. Y después de comer y hablar un poco, lo de todas las fiestas de bienvenida. Uno por uno se presenta. Dice su nombre completo y como quiere que le llamen. Además, una breve explicación de lo que hacen en el laboratorio. Se notaba que el profesor no vino. Por algún motivo llegó tarde, tan tarde que en lugar a las 9 para la reunión, llegó a las 3 de la tarde. Es caso es que es increíble el cambio de actitud que muestran los chicos dependiendo de si el profesor está presente o no. Por ejemplo, alguno, a la hora de explicar lo que hacía en el laboratorio, sin ningún problema explicaba que su tarea se centraba en leer cómics o hacer papiroflexia. Otros daban nombres falsos... Eran bastante graciosos, todo hay que decirlo. Pero de ningún modo hubieran sido capaces de hacer una pequeña broma con el profesor en la fiesta.

Y tras conocernos todos, la foto de grupo. Por cierto, la nueva estudiante es Juli. En primera fila, segunda por la derecha.

Kosuke tuvo algún problema a la hora de beber...


Por la tarde teníamos partido de fútbol. Pero a diferencia de todas las veces, como el campo de Yagami está en obra, nos fuimos al lado del río Tamagawa. No fuimos todos los que éramos las últimas veces, rondando los 30. Esta vez sólo la mitad, pero más que suficientes para pasar un buen rato.

Robert. El austriaco es el primero en dejar Japón esta temporada. Un tipo peculiar, que siempre está contento. Y a la vez, alegra el ambiente. No he pasado mucho tiempo con él, pero el suficiente como para alegrarme de haberle conocido. Posiblemente no vuelva a verle nunca más, pero estás cosas pasan. Llegas a un lugar nuevo y conoces a mucha gente. Por necesidad de sentirte dentro de la sociedad, conoces, te relacionas y convives con gente. Se pueden establecer lazos más o menos fuertes, pero siempre hay algo que hace sentirte un poco cerca de esas personas. Y aunque no sean amigos de toda la vida y aunque no vayas a echarles de menos, los recordarás para siempre. Y quizás es por eso, saber que alguien se aleja, muy posiblemente de manera definitiva, hace que te entristezcas de algún modo. Es una sensación curiosa.

Y más ahora, viviendo mi estancia en Japón como mis últimos días. Pensando cada vez más en mi regreso a mi casa. Con mi gente. Me da pena alejarme de todos estos individuos. Porque el sábado por la mañana se fue Robert, pero uno a uno se irán marchando todos, hasta que me vaya yo. Sin contar a Luis y a Marta, a quienes les queda otro año más por aquí. Y quienes sentirán las despedidas de manera muy diferente a como las siento yo.

Vuelvo al partido... Y antes de que se me olvide, recuerdo que la temperatura fue casi perfecta. No hacía tanto calor como de costumbre y las nubes hacían que el sol no fuera un problema.

Duncan, el chico que siempre después de jugar a fútbol nos propone ir a comer ramen al restaurante de unos amigos suyos. Me gusta mucho ese sitio, pero sólo si voy con él. Nos ponen ración extra de nori, carne y un huevo. Lo mismo que si voy con Mario, Dan o Sylvain a Musashiia. Por eso nunca he ido a comer ramen sólo desde que estoy aquí en Hiyoshi... jejeje. Ya no me vale la pena.

De nuevo, foto de grupo cuando Robert se despidió.

Steven y Tim. Como Duncan se marchó un poco antes que nosotros, acabamos cenando en Musashiia. Ramen después de fútbol. Está comenzando a convertirse en una tradición.

Dan y yo. Y por supuesto, después de cenar, la tradición dice que debemos acabar en McDonald's comiendo un helado.

Por la noche nos despedimos por última vez de Robert en el parque.

Al día siguiente, sábado, estaba previsto ir a la playa. Y como suele pasar, si lo planeas con más de una semana de antelación, ese día hará mal tiempo. No llovió, no hizo viento, pero tampoco hizo sol. Fue el motivo por el que de más de 20 personas que se suponía seríamos, no fuimos más de 10.



No hay mucho más que contar de la playa. Ni del sábado en general. A parte de las luchas de sumo y la cena en Hiyoshi. Comimos en un restaurante que no había estado nunca. Saliendo de la estación, por la primera calle de la izquierda, por el McDonald's. Katsu kare (carne de cerdo rebozada con salsa de curry y arroz) tamaño grande. Muy bueno, bien de precio y enorme! Sufrí para acabarlo...

Un saludo!

Carlos

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