domingo, 9 de agosto de 2009

Terremoto + crónicas

Antes de continuar con la crónica de los últimos días tengo que contar la última gran experiencia estando en Japón. Una de las cosas con las que la gente relaciona este país es con los terremotos y yo empezaba a pensar que me marcharía sin notar ninguno. Digo notar, porque desde que estoy aquí ya han sucedido varios, pero imposibles de detectar si estás cerca de unas vías del tren, una carretera o incluso tus propios pasos pueden hacer que confundas los temblores.

No se trata de un morbo macabro por querer sentir uno de cierta intensidad. Porque sé que no se trata de algo que deba tomarse a modo de broma. Pero nada fuera de lo que todo el mundo desea experimentar. Un temblor sin peligro alguno, pero que haga darte cuenta de que es un terremoto. Y así ha sido. Después de no haber dormido casi nada tras la fiesta del laboratorio de anoche, después de haber madrugado para irme a Chiba a jugar a fútbol con Dan (1 hora de camino), después de llegar de nuevo a casa cerca de las 5 de la tarde con la disposición de echar una siesta y después de llevar un par de horas durmiendo toda la habitación ha empezado a temblar. Al principio no sabía muy bien que pasaba, pero al poco tiempo me dado cuenta de que no se trataba de ningún sueño. Y es entonces, cuando todo está temblando, cuando pierdes todo el control de lo que sucede a tu alrededor y la incerteza de si va a continuar así o si va a empeorar, es cuando te das cuenta de que ya está bien. Que ya puede parar. La experiencia es suficiente. Y de algún modo sientes miedo. No pánico, pero sí algo de miedo. Entonces para. Todo pasa. Y estando tumbado en la cama, sin hacer nada, el pico de adrenalina desciende. En la escala japonesa se trataba de un temblor de nivel 3 y algo en mi zona. Trasladado a la escala Richter debe equivaler a unos 6, más o menos. Lo que se considera un terremoto moderado. Afortunadamente, no ha sido nada grave.

Una vez terminado este inciso, continúo con la crónica.


30 de julio

Día de la "Mega Drink Party". Pretendía ser mega y lo fue. Se suponía que habría bebida, a lo poco, suficiente y la hubo. Y por su puesto fue una fiesta en toda regla. Eso sí, mezclando estilos japoneses y españoles. Como todas las cosas la fiesta tuvo sus más y sus menos. Pero en resumen lo positivo superó de mucho.

Esta foto es de Antonio, pero supongo que no le importará que la utilice. No tenía ninguna de grupo... Fue tomada después de las 9 en la puerta del GB's. Después de las 2 primeras horas de fiesta. Más tarde decidimos hacer botellón en las gradas de las pistas de atletismo de al lado de la estación. Sólo hasta que nos echaron. Vino un hombre a decirnos que no podíamos estar allí. Nos fuimos a la estación. Donde voló algún que otro japonés...

Algunos ya se habían marchado y alguno se había unido a la fiesta. Así que los que quedamos nos fuimos a un izakaya. Donde continuamos algún rato más.

Lo peor y a la vez lo mejor llegó al final. Aunque de esto no tengo ninguna foto. Quizás porque no se me ocurrió, pero pensándolo bien creo que no hubiera sido de muy bien gusto hacer fotos a Antonio con el pie sangrando tras haberse caído al resbalársele el pie por la lluvia. Ni cuando se hacía curas con sake y rabiando de dolor se regaba la garganta con la misma botella. Ni en otros cuantos momentos...


31 de julio

De este día no hay mucho que contar. Principalmente por que empezó a medio día y acabó a media noche.

Llevé a la parte de la tribu que estaba despierta a mi lugar de curry favorito y más tarde todos fuimos hacia Shinjuku.

Mientras Antonio y Jesús se duchaban en su hotel, Joaquín, Kai y yo nos fuimos a hacer un poco de turismo por el sur de la estación. Por esa parte no había estado nunca y tenía ganas de visitar una librería que hay bastante famosa. Kinokuniya.

Donde me compré una guía de Tailandia.

Nos juntamos todos de nuevo en la zona norte de la estación de Shinjuku, sin Kai, que volvió a Hiyoshi. Cenamos en Mos Burguer y partimos hacia Shibuya. Donde, medio muertos, tomamos algo en un izakaya. Tardamos poco es separarnos para volver a nuestras respectivas camas. Al día siguiente pretendíamos hacer algo de turismo productivo. Del que permite hacer fotos interesantes.


1 de agosto

En agosto entramos con buen pie. Bueno y largo. Empezamos la ruta en Ginza. Aunque Kai y yo llegamos media hora tarde, los otros 3 nunca se enteraron. Hasta ahora... Después de comer udon, dimos una vuelta por una de las zonas más caras de Tokyo.

Entre parada y parada tocaba comprar el billete correspondiente. El siguiente vídeo muestra una de las escenas vividas aquel día.



Nos acercamos al teatro de Kabuki. Pero sólo por fuera. A parte de que no permitían la entrada en ese momento y que estaban en obras, el interior tampoco es nada espectacular.

Más tarde y tras mucho sudar por el calor que hacía aquel día, nos acercamos al palacio imperial. A los jardines exteriores. Mi segunda visita a este lugar. La primera fue en marzo.

A las 7 empezaba un espectáculo de fuegos artificiales en el puerto de Yokohama. Que me recomendaron varias personas por el hecho de que este año es el 150 aniversario de la apertura de este puerto. Por lo que, estando en época de hanabi (fuegos artificiales) y coincidiendo con esta fecha, el espectáculo pirotécnico de esa noche pretendía ser algo fuera de lo común.

No sé si lo fue porqué es al primero al que asisto en Japón. Pero el puerto estaba a rebosar de gente. Organizados de manera extrema durante los 70 minutos que duró el espectáculo.

Por miedo a enfrentarnos a los millones de espectadores dentro de la boca de metro, decidimos abandonar unos minutos antes. De esa manera llegaríamos a buena hora para cenar en Hiyoshi. Musashiya (cada vez lo escribo de una manera distinta...). Con parte de los que vendrían de fiesta a Roppongi esa noche.

Hicimos un mini botellón en el parque de al lado de nuestra residencia con la botella de Ballantines que me regaló Kai. Mientras esperábamos a los españoles en Roppongi, entramos en un club que no cobraba entrada.

Al poco de llegar, decidimos irnos. Nos valía la pena pagar algo y no sentir tanto calor humano.

Fuimos al Muse. 3000 yenes la entrada con 2 consumiciones, pero se trata de unos de los pocos locales en los que vale la pena pagarlos. Tenía un buen recuerdo de la vez que fui en marzo y esta vez, yendo con amigos, fue bastante mejor. Al salir ya era de día. No por tarde, sino porque amanece a las 4 y algo de la mañana.

Pero todavía había ganas de algo más, así que nos fuimos en busca de algo abierto a esas horas.

Y a esa hora McDonalds nunca falla. Donde me comí una de las hamburguesas más malas que jamás haya probado. Pan dulce con huevo y frutas incrustadas, o tal vez eran pasas. No sé. ¿Quién sabe?

La mañana la terminamos en un antro de malotes varios, música rap y camareros estúpidos. Tampoco estuvimos mucho tiempo... Uno de los trenes de la mañana hacia Hiyoshi nos llevó a casa a Mario, Sylvain, Dan y a mí.



2 de agosto

El domingo, nada. Estaba previsto ir a Harajuku, dormir en un manga-café y pasar allí la mañana. Pero la noche causó mella en Joaquín y Jesús. Quien les ha visto y quien les ve... Así que a dormir la mona.

Kai y yo pasamos más de una hora, después de comer, en la zona de sofás vibradores en el centro comercial de la estación de Hiyoshi.

Donde Kai ofreció una actuación especial.



Al día siguiente partimos hacia Hakone. Y Kai hacia Kumamoto, con Lena.

Un saludo!

Carlos

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