Después de varios días apartado del blog, principalmente por falta de tiempo, me dispongo a contar algo de lo sucedido la última semana. Con Joaquín, Antonio, Jesús y Kai. Aunque la verdad es que me da algo de pánico. Demasiadas cosas que hemos hecho como para contarlas del tirón... Así que me limitaré a dar un pequeño repaso a lo ocurrido, un poco por encima, porque muchas de las cosas que hemos hecho ya las había experimentado anteriormente y ya las he explicado en algún lugar del blog. Así que, sin más rodeos, comenzamos con lo poco que tenga algo de interés.
28 de julio
Este día llegaban todos. En esta foto se ve a los españolitos en el hotel. De donde no se movieron en todo el día. Como tuvieron la grandísima idea de empalmar la noche anterior, para así dormir en el viaje en avión, llegaron casi muertos. Jesús más que ninguno. Ninguno durmió.
Comimos algo y volvimos a su hotel, donde durmieron lo que no que durmieron en el avión... Mientras dormían fui a por Kai, que llegaba un par de horas después. Aunque Shinjuku sea la estación con más tráfico de personas en todo el mundo, no fue difícil encontrarnos. El único rubio con mochila y con cara de perdido. El llegó con un espíritu completamente distinto. Fuimos a Hiyoshi, ya que se iba a quedar en mi piso estos días. Más tarde fuimos a Shimoda, que tenían una fiesta montada.
De este día poco más que contar...
29 de julio
Un chute de Tokyo. Pretendía ser un día tranquilo de turismo. Un día de cansarse andando. Y lo fue. Pero la cosa se complicó... El resumen podría ser: Shinjuku (mirador y sushi) - Akihabara (Sega y cámaras) - Shibuya (izakaya, karaoke y club).
Yo empecé con reunión en el laboratorio. Empezó Steven su presentación final el primero y me ofrecieron ser el segundo. Lo que me permitió ahorrarme unas 2 horas de reunión dando miles de gracias al profesor. Así que fui a por Kai a mi casa y partimos hacia Tokyo.
Empezamos el día en Shinjuku, zona de rascacielos, así que nos fuimos a uno de los miradores del edificio del gobierno metropolitano de Tokyo. Para hacerse una idea de dónde estaban realmente.
Como por su cuenta, la noche anterior, Joaquín y Antonio habían dado una vuelta por Kabukicho, no era imprescindible acercarse. Además, su hotel estaba bastante cerca, tenía claro que algún día acabaríamos por allí haciendo una visita. Nada más que una visita.
Decidimos ir a Akihabara, pero justo al lado de la estación, con hambre, encontramos un restaurante de sushi que tenía buena pinta. Para mi gusto, acertamos, estaba todo muy bueno, excepto éste que probamos Kai y yo...
Una vez en Akihabara nos dimos una vuelta por algunas de las cientas de tiendas de aparatos electrónicos que hay en esta zona. Pasamos por el edificio de Sega. Donde gané un muñeco para Jesús y nos gastamos unas monedas en las máquinas.
Como no podía ser de otro modo, el monigote acabó llamándose Harry...
No perdimos demasiado en Akihabara. Lo justo para que Joaquín y Antonio se gastaran la pasta en una cámara en condiciones. Yo no estoy demasiado interesado en la fotografía y no me vale la pena tanto dinero en una cámara, pero a poco tiempo que le dediquen ellos, creo que es una gran compra.
La noche llegaba, así que había que tomar algo. Les propuse ir a Shibuya. Quería que la primera vez que fuesen a Shibuya fuese de noche. Saliendo al exterior, por supuesto, por la salida de Hachiko. Impresionante. No hay más palabras. Son muchas las veces que he estado allí y siempre fascina. Pero supongo que nunca como la primera vez... Mi primera vez fue de día, también sorprende, pero no es lo mismo. Y es que todos los lugares en Tokyo tienen dos caras completamente distintas. La de día y la de noche. No es que en un periodo esté muerto y el otro esté abarrotado. Todo está siempre lleno, pero de otra manera. Se respiran ambientes completamente distintos.
Les hice andar un poco hasta encontrar algún sitio que me pareciera adecuado. Involuntariamente. Pero lo encontramos. Un izakaya de los buenos. Aquí fue donde empezaron nuestros problemas. Acordamos dos horas de bebida libre y quizás nos pasamos con el whisky...
Este vídeo es a la salida del izakaya. Kai aprendió la importancia de la palabra "sumimasen".
Jesús se fue al hotel. Se quejaba de algo. Ahora no me acuerdo que le dolía. Así que nos fuimos en busca de algún lugar donde acabar la fiesta. Pero antes, como era demasiado pronto para entrar en algún club, fuimos en busca de un karaoke.
Según me dijeron les gustó bastante más de lo que esperaban. Y es que es algo que no sabes lo mucho que gusta hasta que lo pruebas. Y supongo que estar en un estado en el que darías positivo en un control de alcoholemia ayuda a que todo parezca más divertido.
Ya era momento de entrar en algún club. Íbamos a entrar en Atom, pero Kai se negó. 3000 yenes por entrar eran demasiados para él. Pero le convencimos para ir a Camelot, que eran 2000.
Izakaya, unos 2500 yenes. Karaoke, otros 2000. Entrada en la discoteca, 2000 yenes más. Ver a Antonio bailar en un círculo de break dancers con la gorra de un japonés, no tiene precio.
A la mañana siguiente cada uno para su casita. Antonio y Joaquín, para el hotel y Kai y yo, para Hiyoshi. No sin antes desayunar en McDonald's.
Pretendía que fuese algo corto, pero siempre me pasa lo mismo. Se me ha hecho tarde, quizás, enrollándome demasiado. El caso es que mañana por la mañana tengo de nuevo reunión de laboratorio y es casi la 1. Me conozco. Si sigo con otro día me acostaré muy tarde. Por eso, dejaré el resto de días para más adelante.
Y aunque tengo algunas novedades a parte de lo sucedido en esta última semana, lo dejare para cuando termine de explicar lo que llevo con retraso.
Un saludo!
Carlos
q bien resumido!
ResponderEliminarUn sitio bien curioso Tokyo xD
un abrazo amigo!!!