miércoles, 7 de julio de 2010

Jornada intensiva

Con el mes julio han llegado varias circunstancias que no acompañaban a junio: el calor, la jornada intensiva en el trabajo y el tiempo libre.

Y es que cuando entra uno al coche a hora que se termina de trabajar en verano, las 14:30, y comprueba que el termómetro del coche indica 38ºC, por mucho que haya estado tostado al Sol a durante varias días, significa que hace mucho calor. Mucho.

Y como toda causa tiene su consecuencia, julio arrastra las ganas de mojarse continuamente: grifo, ducha, playa o piscina, cualquier opción es válida. Apetece hacer la vida del lagarto, quedarse inmóvil, intentando no moverse, porque esto significa sudar. Sudar como un cerdo de manera inexplicable. Y es que todo el día estás pegajoso. Pero claro, no vas a ducharte en plena jornada de trabajo. No vas a dejarlo todo para meterte en una piscina. Entonces, ¿qué solución existe? Ninguna. Simplemente hay que comprender que los ánimos se alteran y en momentos puntuales no estamos para tonterías, estupideces o ciertas actitudes. Y es que por este motivo que, hoy, he sacado a relucir mi temperamento en el trabajo cuando nos acercábamos a las 13:30, realizando mi primera llamada de atención a unos de los empleados de la empresa. Por este motivo, o porque realmente me estaban intentando tomar el pelo y me estaban haciendo perder el tiempo.

Me voy al agua!

Un saludo!

Carlos

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