Con un poco de retraso, pero llega! La explicación de mi semanita por Tailandia antes de volver de Japón.
Llegué el día 21 por la noche. Tarde, muy tarde. Waan vino a buscarme al aeropuerto y me llevó a su apartamento, donde iba a vivir. Solo. Ella seguiría en su casa con su familia. Nos quedamos un rato en la calle tomando algo con Tea, un amigo de Waan. De las cosas que estuvimos hablando fue que podría hacer al día siguiente, ya que mi amiga estaba bastante ocupada y no podría hacerse cargo de mí... Y así que siguiendo sus indicaciones el sábado por la mañana visité la zona central de Bangkok, Siam. Donde me volví loco comprando camisetas...
La idea era comer ese día con Waan, pero se durmió y todas las cosas que debía hacer se le retrasaron, así que seguí haciendo turismo por mi cuenta. Como era sábado, me aconsejó que me acercara al mercado de fin de semana en Chatuchack. Un lugar que realmente recomiendo visitar.
Un lugar un poco apartado de la zona turística, al final de las líneas Skytrain (BTS), yo me bajé en la estación N8, Mo Chit. Me encantó por grande y sorprendente. Había de todo, bien de precio y un lugar con un encanto especial.
Al final Waan apareció en el mercado. Me obligaba cada 2 x 3 a probar comida que vendían por la calle. Que si tienes que probar esto, que si tienes que probar lo otro... Debo reconocer que iba con miedo a Tailandia por la reputación que tiene la comida en cuanto a lo que picante se refiere. Hay cosas picantes, muy picantes y que se me hacía bastante difícil de comer, pero hay otras muchas cosas que están buenísimas. Descubrí unas salsas que no había probado nunca con fondos dulces... mmmmm... cada vez me iba enamorando un poquito más de ese país.
Cuidado con la cartera... Un cartel visto dentro de una de las calles del mercado. Curioso.
Después de deambular un poco más por los cientos de calles que había en el mercado volvimos a separarnos, para encontrarnos a eso de las 10 de la noche e ir de fiesta con sus amigos.
Llegué en taxi a Ekkamai, donde Waan estaba esperándome. Con todos sus amigos. Por lo que se ve ya llevaban un rato allí. Alguna de sus amigas iba demasiado contenta para haberse bebido un solo cubata...
Esta chica es Namtan, aunque la llamaban Sugar, que es, por lo visto, la traducción de su nombre. Es una de las mejores amigas de Waan y la chica que más me hizo compañía toda la noche. Y se lo agradezco, porque Waan estuvo bastante más por su otro amigo Tea. Que tampoco la culpo...
Sugar fue una gran compañía. Es divertido bailar con gente de culturas diferentes. Nos movemos de maneras diferentes al escuchar la música. Aunque siendo franco, el que bailaba raro aquella noche fui yo... Fuimos a un local tailandés, apartado de todo lo turístico y donde posiblemente yo era el único extranjero.
La fiesta consistía en llegar pronto (no fue mi caso) y coger una mesa, pero donde se estaba alrededor de pie. Y constantemente el camarero iba trayendo a la mesa botellas de wisky, hielo y refrescos. Normal que alguno acabase como acabó... En el escenario actuaba un grupo de música tailandés en directo tocando pop tailandés, combinado con música internacional pinchada por un dj. Me gustó muchísimo el ambiente.
Al final acabamos Waan, Sugar, Tea y yo desayunando comida tailandesa, picante en parte, en un restaurante típico tailandés. Sin decoración y barato. No recuerdo demasiado los sabores de esa comida. Aunque creo que Tea menos aún. Le llevamos a su casa, estaba muerto. Y vaya casa... Una vez en su casa y por no dar muchas más vueltas, Waan y yo nos quedamos a dormir en casa de Sugar. Pero a la mañana siguiente descubrí que era el plan, porque Waan dejó su coche aparcado allí la tarde anterior.
Sugar me dijo: "ésta es la camiseta más grande que tengo". Preta, preta... Y les hizo un montón de gracia como me quedaba, así que Waan cogió mi móvil, para hacer una foto y Sugar posó. Ninguno de los chicos a los que le he ensañado esta foto ha hecho alusión a la camiseta...
Al día siguiente llegó Lena. Dejó todas sus cosas en el apartamento y partimos hacia la estación de autobuses.
A las 8pm salía el autobús nocturno hacia Krabi. Antes cenamos en la estación por menos de 1€. Afortunadamente no había demasiada gente en el autobús, con lo que pudimos separarnos y ocupar 4 asientos. Igualmente no dormí apenas.
8am en Krabi del lunes 24 de agosto. Acoso de varias personas intentando convencernos para que fuésemos a sus agencias turísticas. Al final fuimos a la única que no nos saltó encima.
Contratamos una noche de hotel y dos excursiones. "4 Islands" para ese día, que como en principio no era de las excursiones recomendadas y en ese momento no hacía muy buen tiempo, pensamos que sería mejor idea dejar "Phi Phi Islands" para el martes, el plato fuerte de la zona.
El día mejoró y cortos viajes entre islas nos permitió disfrutar de playas casi desiertas, de arena blanca y aguas transparentes. Sólo éramos la gente de nuestra lancha. Nos encantó esa excursión.
En un momento del día el barco paró y comenzamos a hacer snorkeling. Es interesante bucear entre peces, corales y rocas.
Y en los grandes momentos siempre aparece Coca-Cola. Llamándola como se quiera.
Y de camino a "Poda Island", donde íbamos a comer, costeamos la "Chicken Island". Y la verdad es que sí que parece un pollo.
Pues eso, a comer en Poda con los monos. Pero evitando que me robasen la comida intenté alejarme lo máximo posible de la isla.
Este mono intentó llevarse mi mochila entera...
Cambio de isla y la última del día. Tras el cansancio de la noche en autobús, ya había ganas de descansar.
¿Relieve?
Llegamos al hostal, dejamos los bártulos, ducha y a por nuestro primer masaje tailandés. Esperaba que fuese más doloroso... Creí que fue por que no era de los buenos. El último día descubrí que no lo era.
Al día siguiente "Phi Phi". Decepción.
Es un lugar muy bonito. Pero por el hecho de ser tan famoso hace que esté plagado de turistas. Nosotros dos entre ellos...
Que si la playas donde Leonardo Di Caprio grabó "La playa", que si un peñón precioso, que si no sé qué. Siempre abarrotado. Y es que se encuentra, esta zona, entre Krabi y Phuket. Y es la excursión obligatoria para todos turistas de ambos lugares...
Y sumando que la mayor parte del día la pasamos viajando en barco, parando y diciendo los guías: "tomen una foto aquí", indicando lo que supuestamente era bonito, se hizo bastante pesado. A veces nos paraban para hacer fotos a los monos.
Por la noche comimos en un un parque lleno de chiringuitos de comida. Yo cené pato por 80 céntimos de euros, Lena por 50. Increíble.
Esa noche pensábamos volver a Bangkok, pero decidimos quedarnos otra noche en el hostal y contratar otra excursión para el día siguiente. A montar en elefante, aunque esa excursión iba acompañada de paseo en kayak.
El kayak era algo que no nos llamaba en absoluto, pero fue genial. Un par de horas, o quizás 3... Entre canales, rocas inmensas y monos. Todo calmado, relajado, pero cuando nos faltaban unos 10 ó 15 minutos para llegar a la costa comenzó repentinamente a diluviar. No sé Lena, pero yo lo pasé muy mal. Las olas que aparecieron hacían balancear el kayak más de la cuenta. El guía se cayó al agua. Y en lugar de seguir remando contra el viento sujerí meternos en una pequeña cala entre las rocas que había en la orilla opuesta a donde debíamos parar.
Empapados y extasiados conseguimos llegar a tierra. Al poco rato para de llover, igual que empezó. En 5 segundos. Y volvimos al punto de salida. Ahora lo miro con una sonrisa, pero pasé bastante miedo, porque alguna vez estuvimos a punto de volcar. Pero bueno, no pasó nada. Otra experiencia para los nietos.
Comida en la llegada y de nuevo a la furgoneta para terminar la excursión. Por fin nos metíamos en la selva para montarnos en elefantes.
Poco que contar...
Les dimos de comer piña y de vuelta al hostal.
Ducha y para el aeropuerto. Debíamos llegar a la misma hora que la amiga de Lena al aeropuerto de Bangkok.
Cenamos con ella, tomamos algo y nos fuimos a dormir, que al día siguiente tocaba visitar la zona amarilla de Bangkok. La zona más turística, la de los templos.
Empezamos en Saphan Thaksin. Donde cogimos el barco-taxi hasta el primer y último templo. Era inmenso y tuvimos suficiente.
Y aún teníamos cosas por ver. Comimos en Khao San Road y pasamos allí parte de la tarde. Otro lugar que estaba bastante bien. Compramos, tomamos algo y rechazamos cientos de ofertas para hacernos trajes. Al final contratamos un Tuk-Tuk para que nos llevase desde Khao San hasta Siam por 100 baths. Unos dos euros. Como hablamos con el hombre en un semáforo donde estaba a punto de ponerse en verde nos propuso un precio para no jugar al regateo.
De Siam a Ekkamai en tren. Y de allí un taxi hasta "Health Land". Un spa donde nos dieron un masaje tailandés de 2 horas por 450 baths. Un un masaje más que bueno. Me dio pena haber ido a ese lugar mi último día...
Ésta era nuestra habitación de masajes.
Cenamos por allí y volvimos al apartamento.
No había demasiados ánimos... Pero estuvimos haciendo un poco de tiempo hasta que llegase Waan. Que después de estar Lena 5 días en Tailandia, aún no había la había visto.
Y por último, el auténtico Red Bull. Por lo que me contó Waan se trata de una marca originaria de Tailandia. Y de hecho, tiene un ingrediente que en baja concentración es legal allí. Pero no en ningún lugar más. En Europa, por ejemplo, sustituyen la sustancia con unas vitaminas que intentan emular los efectos. Lo probé y la diferencia era, a parte de que la botella de cristal, que tenía un sabor algo más dulce. Sí, más dulce. Y no está pensado para mantenerte despierto, sino para estar más alerta, para despertar tus sentidos y alterarte un poco. Y es cierto que no me quitó demasiado el sueño...
En resumen: Tailandia me encantó y me gustaría volver a ir. Todavía no conozco el norte. Es un gran problema el idioma, pero es otro de sus encantos.
Un saludo!
Carlos
Llegué el día 21 por la noche. Tarde, muy tarde. Waan vino a buscarme al aeropuerto y me llevó a su apartamento, donde iba a vivir. Solo. Ella seguiría en su casa con su familia. Nos quedamos un rato en la calle tomando algo con Tea, un amigo de Waan. De las cosas que estuvimos hablando fue que podría hacer al día siguiente, ya que mi amiga estaba bastante ocupada y no podría hacerse cargo de mí... Y así que siguiendo sus indicaciones el sábado por la mañana visité la zona central de Bangkok, Siam. Donde me volví loco comprando camisetas...
La idea era comer ese día con Waan, pero se durmió y todas las cosas que debía hacer se le retrasaron, así que seguí haciendo turismo por mi cuenta. Como era sábado, me aconsejó que me acercara al mercado de fin de semana en Chatuchack. Un lugar que realmente recomiendo visitar.
Un lugar un poco apartado de la zona turística, al final de las líneas Skytrain (BTS), yo me bajé en la estación N8, Mo Chit. Me encantó por grande y sorprendente. Había de todo, bien de precio y un lugar con un encanto especial.
Al final Waan apareció en el mercado. Me obligaba cada 2 x 3 a probar comida que vendían por la calle. Que si tienes que probar esto, que si tienes que probar lo otro... Debo reconocer que iba con miedo a Tailandia por la reputación que tiene la comida en cuanto a lo que picante se refiere. Hay cosas picantes, muy picantes y que se me hacía bastante difícil de comer, pero hay otras muchas cosas que están buenísimas. Descubrí unas salsas que no había probado nunca con fondos dulces... mmmmm... cada vez me iba enamorando un poquito más de ese país.
Cuidado con la cartera... Un cartel visto dentro de una de las calles del mercado. Curioso.
Después de deambular un poco más por los cientos de calles que había en el mercado volvimos a separarnos, para encontrarnos a eso de las 10 de la noche e ir de fiesta con sus amigos.
Llegué en taxi a Ekkamai, donde Waan estaba esperándome. Con todos sus amigos. Por lo que se ve ya llevaban un rato allí. Alguna de sus amigas iba demasiado contenta para haberse bebido un solo cubata...
Esta chica es Namtan, aunque la llamaban Sugar, que es, por lo visto, la traducción de su nombre. Es una de las mejores amigas de Waan y la chica que más me hizo compañía toda la noche. Y se lo agradezco, porque Waan estuvo bastante más por su otro amigo Tea. Que tampoco la culpo...
Sugar fue una gran compañía. Es divertido bailar con gente de culturas diferentes. Nos movemos de maneras diferentes al escuchar la música. Aunque siendo franco, el que bailaba raro aquella noche fui yo... Fuimos a un local tailandés, apartado de todo lo turístico y donde posiblemente yo era el único extranjero.
La fiesta consistía en llegar pronto (no fue mi caso) y coger una mesa, pero donde se estaba alrededor de pie. Y constantemente el camarero iba trayendo a la mesa botellas de wisky, hielo y refrescos. Normal que alguno acabase como acabó... En el escenario actuaba un grupo de música tailandés en directo tocando pop tailandés, combinado con música internacional pinchada por un dj. Me gustó muchísimo el ambiente.
Al final acabamos Waan, Sugar, Tea y yo desayunando comida tailandesa, picante en parte, en un restaurante típico tailandés. Sin decoración y barato. No recuerdo demasiado los sabores de esa comida. Aunque creo que Tea menos aún. Le llevamos a su casa, estaba muerto. Y vaya casa... Una vez en su casa y por no dar muchas más vueltas, Waan y yo nos quedamos a dormir en casa de Sugar. Pero a la mañana siguiente descubrí que era el plan, porque Waan dejó su coche aparcado allí la tarde anterior.
Sugar me dijo: "ésta es la camiseta más grande que tengo". Preta, preta... Y les hizo un montón de gracia como me quedaba, así que Waan cogió mi móvil, para hacer una foto y Sugar posó. Ninguno de los chicos a los que le he ensañado esta foto ha hecho alusión a la camiseta...
Al día siguiente llegó Lena. Dejó todas sus cosas en el apartamento y partimos hacia la estación de autobuses.
A las 8pm salía el autobús nocturno hacia Krabi. Antes cenamos en la estación por menos de 1€. Afortunadamente no había demasiada gente en el autobús, con lo que pudimos separarnos y ocupar 4 asientos. Igualmente no dormí apenas.
8am en Krabi del lunes 24 de agosto. Acoso de varias personas intentando convencernos para que fuésemos a sus agencias turísticas. Al final fuimos a la única que no nos saltó encima.
Contratamos una noche de hotel y dos excursiones. "4 Islands" para ese día, que como en principio no era de las excursiones recomendadas y en ese momento no hacía muy buen tiempo, pensamos que sería mejor idea dejar "Phi Phi Islands" para el martes, el plato fuerte de la zona.
El día mejoró y cortos viajes entre islas nos permitió disfrutar de playas casi desiertas, de arena blanca y aguas transparentes. Sólo éramos la gente de nuestra lancha. Nos encantó esa excursión.
En un momento del día el barco paró y comenzamos a hacer snorkeling. Es interesante bucear entre peces, corales y rocas.
Y en los grandes momentos siempre aparece Coca-Cola. Llamándola como se quiera.
Y de camino a "Poda Island", donde íbamos a comer, costeamos la "Chicken Island". Y la verdad es que sí que parece un pollo.
Pues eso, a comer en Poda con los monos. Pero evitando que me robasen la comida intenté alejarme lo máximo posible de la isla.
Este mono intentó llevarse mi mochila entera...
Cambio de isla y la última del día. Tras el cansancio de la noche en autobús, ya había ganas de descansar.
¿Relieve?
Llegamos al hostal, dejamos los bártulos, ducha y a por nuestro primer masaje tailandés. Esperaba que fuese más doloroso... Creí que fue por que no era de los buenos. El último día descubrí que no lo era.
Al día siguiente "Phi Phi". Decepción.
Es un lugar muy bonito. Pero por el hecho de ser tan famoso hace que esté plagado de turistas. Nosotros dos entre ellos...
Que si la playas donde Leonardo Di Caprio grabó "La playa", que si un peñón precioso, que si no sé qué. Siempre abarrotado. Y es que se encuentra, esta zona, entre Krabi y Phuket. Y es la excursión obligatoria para todos turistas de ambos lugares...
Y sumando que la mayor parte del día la pasamos viajando en barco, parando y diciendo los guías: "tomen una foto aquí", indicando lo que supuestamente era bonito, se hizo bastante pesado. A veces nos paraban para hacer fotos a los monos.
Por la noche comimos en un un parque lleno de chiringuitos de comida. Yo cené pato por 80 céntimos de euros, Lena por 50. Increíble.
Esa noche pensábamos volver a Bangkok, pero decidimos quedarnos otra noche en el hostal y contratar otra excursión para el día siguiente. A montar en elefante, aunque esa excursión iba acompañada de paseo en kayak.
El kayak era algo que no nos llamaba en absoluto, pero fue genial. Un par de horas, o quizás 3... Entre canales, rocas inmensas y monos. Todo calmado, relajado, pero cuando nos faltaban unos 10 ó 15 minutos para llegar a la costa comenzó repentinamente a diluviar. No sé Lena, pero yo lo pasé muy mal. Las olas que aparecieron hacían balancear el kayak más de la cuenta. El guía se cayó al agua. Y en lugar de seguir remando contra el viento sujerí meternos en una pequeña cala entre las rocas que había en la orilla opuesta a donde debíamos parar.
Empapados y extasiados conseguimos llegar a tierra. Al poco rato para de llover, igual que empezó. En 5 segundos. Y volvimos al punto de salida. Ahora lo miro con una sonrisa, pero pasé bastante miedo, porque alguna vez estuvimos a punto de volcar. Pero bueno, no pasó nada. Otra experiencia para los nietos.
Comida en la llegada y de nuevo a la furgoneta para terminar la excursión. Por fin nos metíamos en la selva para montarnos en elefantes.
Poco que contar...
Les dimos de comer piña y de vuelta al hostal.
Ducha y para el aeropuerto. Debíamos llegar a la misma hora que la amiga de Lena al aeropuerto de Bangkok.
Cenamos con ella, tomamos algo y nos fuimos a dormir, que al día siguiente tocaba visitar la zona amarilla de Bangkok. La zona más turística, la de los templos.
Empezamos en Saphan Thaksin. Donde cogimos el barco-taxi hasta el primer y último templo. Era inmenso y tuvimos suficiente.
Y aún teníamos cosas por ver. Comimos en Khao San Road y pasamos allí parte de la tarde. Otro lugar que estaba bastante bien. Compramos, tomamos algo y rechazamos cientos de ofertas para hacernos trajes. Al final contratamos un Tuk-Tuk para que nos llevase desde Khao San hasta Siam por 100 baths. Unos dos euros. Como hablamos con el hombre en un semáforo donde estaba a punto de ponerse en verde nos propuso un precio para no jugar al regateo.
De Siam a Ekkamai en tren. Y de allí un taxi hasta "Health Land". Un spa donde nos dieron un masaje tailandés de 2 horas por 450 baths. Un un masaje más que bueno. Me dio pena haber ido a ese lugar mi último día...
Ésta era nuestra habitación de masajes.
Cenamos por allí y volvimos al apartamento.
No había demasiados ánimos... Pero estuvimos haciendo un poco de tiempo hasta que llegase Waan. Que después de estar Lena 5 días en Tailandia, aún no había la había visto.
Y por último, el auténtico Red Bull. Por lo que me contó Waan se trata de una marca originaria de Tailandia. Y de hecho, tiene un ingrediente que en baja concentración es legal allí. Pero no en ningún lugar más. En Europa, por ejemplo, sustituyen la sustancia con unas vitaminas que intentan emular los efectos. Lo probé y la diferencia era, a parte de que la botella de cristal, que tenía un sabor algo más dulce. Sí, más dulce. Y no está pensado para mantenerte despierto, sino para estar más alerta, para despertar tus sentidos y alterarte un poco. Y es cierto que no me quitó demasiado el sueño...
En resumen: Tailandia me encantó y me gustaría volver a ir. Todavía no conozco el norte. Es un gran problema el idioma, pero es otro de sus encantos.
Un saludo!
Carlos
Muy buena crónica, pero nunca te perdonaré el que no te gustaran las Phi Phi Islands
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